domingo, octubre 07, 2007

Mis conclusiones 30 años después


He releído Uds. Nunca Sabrán a los 30 años de haberlo escrito y me da la impresión que no soy un ufólogo tan "crédulo" como alguien comentó por ahí, sino que pretendo hacer una reflexión lógica apoyada en algunas premisas que dejo establecidas en cada oportunidad y que las conclusiones a que llego dependen de esas premisas. Es decir, cuando afirmo algo en son de hipótesis (conclusión provisoria) o de tesis (juicio "definitivo") lo hago sobre la base de un supuesto (la premisa).
Veamos, por ejemplo:

Premisa 1: Si las fuentes son primarias (testigos directos) y personas que en cualquier otra circunstancia serían confiables para la sociedad, o sea, personas "serias", habría que considerar sus testimonios como evidencias (o al menos como indicios conducentes a una presunción fundada si se acumulan varios del mismo talante). Porque, como sostengo en el libro: "...no me parece probable que haya una conspiración de personas serias para convencer al resto del mundo de que los OVNI existen" (p. 26). Entre tales personas, entre otros, cito (p. 28) al presidente Carter quien en 1973 declaró por escrito haber visto en 1969, cuando era gobernador de Georgia, un OVNI, "brillante como la luna"; a dos científicos y personal militar destacado en la Isla Robertson, de la Antártida, durante el Año Geofísico Internacional (1956-1958); al ministro de Defensa chileno Juan de Dios Carmona: "Tengo que informar que hoy, a las 16:00 horas, hora local, fue visto un objeto luminoso como una gran estrella, apareció al este de la Isla Decepción, a 60 grados de altura, cambió de dirección hacia la izquierda en un viraje de 180 grados al oeste, y después viró a 90 grados a la derecha moviéndose hacia el sur, las condiciones metereológicas eran buenas" (Comunicado de fecha 7 de julio de 1965, en conferencia de prensa, pág. 29 de mi libro). Los testigos fueron la dotación de la base Pedro Aguirre Cerda incluido su comandante, Mario Jahn Barrera quien precisó: "Pertenezco a la Fuerza Aérea y mis conocimientos de aparatos construidos por el hombre no llegan a nada parecido por su forma, su velocidad y su maniobrabilidad en el aire" (p. 30); otro testigo citado es el metereólogo chileno Willy Duarte junto sus colegas de la Oficina de Pronósticos de LAN en el aeropuerto de Cerrillos: "vimos un disco volador que se posó frente a nosotros, como si se hubiese detenido en la pista de aterrizaje", fueron pocos segundos y remontó el vuelo (p. 34).

Sobre la base del supuesto de que se trata de testigos confiables, llego a las siguientes conclusiones (p. 45):

1) Los OVNI, en cuanto tales (objetos voladores no identificados) son un hecho. "Hay una gran cantidad de testimonios calificados y observaciones y mediciones a través de instrumentos que lo prueban".

2) "Algunos OVNI han demostrado ser objetos artificiales no construidos por el hombre; al menos por el hombre actual, de la presente cultura, este hombre de los últimos seis o siete mil años". Testigos, como el comandante Jahn Barrera, los describen como "aparatos", con la connotación de artificialidad que ello conlleva y aparatos "desconocidos" para ellos, para sus conocimientos y experticia.

3) "Dada la calidad de sus maniobras hay algunos OVNI que, además, han demostrado poseer una inteligencia al mando. Sea esta 'humana' o cibernética". Eso han dicho algunos de los mismos testigos confiables (a los que se creería si se tratara, por ejemplo, de un juicio).

4) En ciertas oportunidades los testigos han visto tripulantes. Son menos todavía los casos, pero los hay. (Algunos críticos de mi libro dicen que he citado algunos testimonios de personas que no tienen la calidad de confiable, puede ser, pero se trataría de tres casos entre muchos de testigos que no tienen tacha). Por lo demás, los supuestos tripulantes coinciden en su forma con las de tres tipos hipotéticos a los que evolucionaría en el futuro la especie humana. Si se tratase de civilizaciones más desarrolladas en siglos o milenios respecto de la nuestra, podrían haber evolucionado así.

A estas alturas del libro ya he planteado que, además de OVNI, en ciertos casos se trataría de OVNI-Naves, algunas posiblemente tripuladas y otras manejadas cibernéticamente. Si nosotros, simples terrícolas, ya mandamos naves-robots a explorar el sistema solar y todavía más allá, ¿por qué no aquellos posibles extraterrestres?

En la página siguiente redondeo la primera hipótesis: "Los hechos nos hacen afirmar que la Tierra es visitada por extrañas naves no construidas por el hombre, guiadas por no menos extraños tripulantes" (46).

¿Qué pienso hoy? ¿Siguen "confiables" las fuentes?

La hipótesis anterior se sostiene en la premisa de las fuentes confiables. Y tales fuentes han visto objetos voladores no identificados, algunos de ellos aparatos (o sea, artificiales), y algunos con tripulantes. Hoy creo que esa premisa no es suficiente para descansar en ella todo el peso de la prueba. Puede permitir acumular indicios, pero no evidencias.

En efecto, puede sostenerse que hubo un "algo" que estimuló en los testigos una "construcción mental" (subjetiva por definición) acuñada discursivamente como "OVNI", como "aparato" y como "tripulante" y no como "pájaro", "avión" o "nube" (entre otras posibilidades celestes) y ese algo (también por definición) debió ser externo a ellos, es decir, "objetivo". Sin embargo, desde el discurso de aquellos testigos, que es lo único que tenemos a nuestra disposición para analizar, no se puede inferir necesariamente que aquel "algo" sea efectivamente idéntico a lo que ellos construyeron en forma de discurso, porque en la construcción del discurso operan condicionantes culturales y sicológicas que no se pueden dejar de lado. Por ejemplo: un individuo de una cultura hebrea antigua pudo decir "la gloria de Yavé" (caso Exequiel), o "ángeles" (evangelios ortodoxos y apócrifos). Y ello opera también en personas con formación técnica y universitaria, en las que se puede confiar, pero sólo en su área de conocimiento. Lo anterior sería válido para testimonios de pilotos, metereólogos y afines... pero no en forma concluyente dados los factores culturales y sicológicos que se implican, salvo que haya pruebas materiales, como fotografías, filmes, vídeos, radares, etc. Ahora bien: hay casos en que los OVNI fueron observados por radares, fotografiados y filmados. Pero descartaré fotos y filmes porque por esta vía es muy fácil el fraude.

Hoy sostengo que los OVNI existen como tales dada la multitud de discursos de personas calificadas y dado que hay algunos captados por radares. No obstante, la principal y mayor evidencia que tenemos es discursiva. Sobre todo para el añadido "naves" y "tripulantes".

En el caso de los OVNI como hecho discursivo, ¿qué gatilla, origina ese hecho discursivo? ¿Un suceso objetivo, espacio-temporalmente hablando? ¿Físico? ¿Una proyección del inconsciente? ¿Una alucinación de origen patológico? Son preguntas que están pendientes y que constituyen vertientes de investigación.

Hay otras premisas en el libro que permiten realizar otros razonamientos:
--La obvia: no estamos solos.
--Otra algo menos obvia: que una civilización que nos supere en algunos siglos o milenios podría tener resuelto el tema de los viajes inter-estelares (tanto por razones tecnológicas respecto de las naves como genéticas, biológicas, respecto de los tripulantes).
--Y la inquietante: Si durante la Guerra Fría, en que se vivió bajo el llamado "equilibrio del terror" --que era la posibilidad de EE.UU. y la URSS de detectar mutuamente con 30 minutos de anticipación si la potencia adversaria disparaba un misil desde tierra o mar, teniendo la capacidad de responder aniquilándose ambos--, los OVNI --como tales, que inclusive han sido captados por radares-- no fueron confundidos con misiles enemigos, es que podían distinguirlos de misiles, aviones, meteoritos u otro objeto volador emisor de luz y calor... Es decir, EE.UU. y la URSS tenían necesariamente que saber qué eran y cómo eran, si no la Tercera Guerra Mundial habría estallado. (Creo que esa es la principal conclusión del libro).

Respecto del caso Valdés, fue sólo una motivación, en el primer capítulo, para plantearnos la pregunta de investigación todavía vigente: ¿Nunca sabremos quiénes son? ¿Ni de dónde vienen?