El I Ching, Einstein y el ovni de Putre: ¿Viaje en el tiempo por un agujero de gusano?
por Juan Jorge Faundes Merino
(Anticipo de libro)
En el Conversatorio con La Voz del Norte (25 de abril de 2021) con ocasión del 44º aniversario del OVNI de Putre y la abducción del cabo Armando Valdés solicité al I Ching su opinión o versión sobre este caso. La respuesta fue sorpresiva desde el comienzo, porque el hexagrama con el cual respondió fue el ¡44! Una primera coincidencia significativa.
Dado este aniversario, decidí publicar aquí esta parte de la intervención, por supuesto más desarrollada que lo que permite la oralidad, la que constituye en lo que respecta al caso Putre un anticipo del libro que estoy por publicar.
El Hexagrama 44, Ir al Encuentro.
El I Ching dice en La Secuencia de este hexagrama: "Uno seguramente se topa con algo... Ir al Encuentro significa toparse, encontrarse..." (Las "secuencias" son una serie de comentarios sin autor conocido atribuidos a antiguas tradiciones).
El Dictamen (los dictámenes fueron escritos por el rey Wen en torno al 1.000 A.C.) advierte que "la muchacha es poderosa. Uno no debe casarse con semejante muchacha".
Richard Wilhelm dice (I Ching, 1987, p. 698):
"...los cinco trazos Yang tienen todos el deber de dominar, de domar el Yin; entre ellos el segundo y el quinto son de naturaleza fuerte y central. El primero se encuentra próximo al Yin, dispuesto a domarlo..." (la "luz" que se les abalanzó)
"...el otro permanece en el puesto de honor y se allega desde arriba para domarlo" (la luz que se quedó más lejos, arriba, en la montaña).
Esta coincidencia es muy sugestiva para nosotros, que conocemos la experiencia de pánico del cabo Armando Valdés y sus hombres (a quienes calificaría de "lo débil") cuando se enfrentaron a aquellas dos luces, una más lejana, arriba, y otra muy próxima, abajo ("lo fuerte").
Pero hay más. El Comentario para la Decisión, atribuido a Confucio (siglo VI A.C.) advierte:
"Ir al encuentro significa toparse. Lo débil se enfrenta con lo firme. 'No hay que casarse con una muchacha semejante'. Esto significa que no es posible convivir con ella en forma duradera".
Y ante eso, por el nueve al tope: "...humillación. Ningún defecto". Es decir, abandonar la escena, no frentear. Eso del "nueve al tope" significa que al lanzar las tres monedas chinas para lograr la figura de los hexagramas (las Yin valen dos y las Yang tres) las sumas pares (seis y ocho) son Yin (trazos partidos) y las impares (siete y nueve) son Yang (trazos enteros). Cuando los trazos resultantes son seis y/o nueve es necesario leer lo que se dice para las diferentes líneas. En este caso no hubo seis sino un solo nueve, arriba, al tope. Los comentarios para las diferentes líneas los incorporó en torno al año 1.000 A.C. el duque De Chou, hijo del rey Wen.
Fuerte y luminoso al centro, oscuro y débil en los extremos
En el I Ching, los seis y nueves se llaman líneas mutantes, porque si son partidas se trocan en enteras y viceversa y dan origen a un nuevo hexagrama que completa el sentido del inicial.
En este caso el nueve al tope se transforma en un trazo partido y da origen al hexagrama 28, La Preponderancia de lo Grande.
Dice Wilhelm (I Ching, 1987, págs. 192-193): "El signo se compone de cuatro trazos fuertes en lo interior y dos líneas débiles en lo exterior (…) El signo representa una viga gruesa y pesada en la parte media, pero demasiado débil en las puntas. Esto no es un estado duradero (…) constituye de por sí un tiempo de excepción (…) si bien prepondera lo fuerte, ocupa sin embargo el medio, vale decir el centro de gravedad situado en el interior..."
En su relato varios de los participantes coinciden en describir un óvalo, con una fulgurante luz violeta en el centro y dos puntos rojos en los extremos.
Entre los colores visibles el rojo es el de menor frecuencia y el azul es un color de mayor frecuencia. La disminución o aumento de frecuencia de los relojes se interpreta como que el tiempo transcurre más lento si un observador recibe su señal en forma de frecuencia con corrimiento hacia el rojo, o más rápido, si la recibe hacia el azul. Ello se conoce como efecto Einstein y es coherente con la Teoría General de la Relatividad.
La primera experiencia y comprobación del efecto de la menor gravedad en el transcurso del tiempo fue en el satélite NTS-2, lanzado el 23 de junio de 1977, que contenía el primer reloj atómico Cesium que se colocaría en órbita, curiosamente, aunque no existe ninguna relación, dos meses después de la experiencia del cabo Valdés.
Así, el color violeta del centro del OVNI estaría indicando un tiempo transcurriendo más rápido (trazos enteros, Yang, luminosos). Los colores rojos de los extremos (trazos partidos, Yin, oscuros) estarían sujetando el OVNI al tiempo de Valdés y la patrulla.
Dicho de otro modo: Al centro del OVNI un campo electromagnético de alta vibración, más allá del corrimiento al azul, y por consiguiente de tiempo transcurriendo a mayor velocidad en su sistema autónomo respecto de la Tierra. Y los dos puntos rojos en los extremos, como una suerte de fijación al contexto terráqueo con menor frecuencia y por lo tanto en rojo del campo electromagnético visible. Teóricamente, ello explicaría que puedan transcurrir cinco días en el interior de ese OVNI o ambiente X para Valdés y quince minutos para los observadores externos (la patrulla).
En un agujero de gusano
En efecto, según la citada Teoría de la Relatividad General, el «OVNI», «lugar» o «ambiente» a donde pudo ser llevado el cabo Valdés debería tener, comparado con la de la Tierra, una masa en kilos igual a un tres precedido por 29 ceros después de la coma. Lo que equivale a la cien mil cuatromillonésima parte de un kilo.
Esta magnitud se da al interior de un protón (dentro del núcleo del átomo), en las partículas llamadas quark. Y su radio es del orden de las «cuerdas» o longitud de Planck (1,62x10-35): Una cien mil quintillonésima de metro y fracción. Ya no se trata de materia sino de energía en una especie de estado vibracional. Estamos hablando del microcosmos en infra magnitudes.
Stephen Hawking planteó que es justamente en aquel nivel cuántico dónde se encuentran los agujeros de gusano que nos permitirían hacer atajos en el espacio-tiempo y poder viajar al futuro o al pasado. Dice Hawking:
“Abajo, en la escala más pequeña, más pequeña que las moléculas, más pequeña que los átomos, llegamos a un lugar llamado la espuma cuántica. Allí es donde existen los agujeros de gusano. Pequeños túneles o atajos que se forman a través del espacio y del tiempo, que desaparecen y reforman constantemente en aquel mundo cuántico. Y en realidad, estos agujeros de gusano vinculan dos lugares separados y dos tiempos diferentes.” (Hawking, 2010
Por su parte, Michio Kaku, profesor de física teórica, autor, entre otros, del libro "Hiperespacio: Una Odisea Científica a través de Universos Paralelos, Curvas del Tiempo y la Décima Dimensión", sostiene que según la teoría diezdimensional de las supercuerdas, el universo comenzó originalmente como un espacio-tiempo de diez dimensiones, con nada en él, e inestable. Dada aquella inestabilidad, se partió en dos: en un universo de seis dimensiones y en otro de cuatro. El universo de seis envuelto en una pequeña bola colapsó y se encogió a un tamaño subatómico, infinitesimal. El de cuatro (largo, ancho, alto y tiempo) se infló a niveles inmensos, expandiéndose en la forma del Big Bang. (Kaku, Hiperespacio, 2004, págs. 24-29).
En consecuencia, Valdés pudo haber sido llevado durante cinco días al futuro, algunas décadas o siglos más adelante, o al pasado anterior a la última glaciación (antes de 200 mil años antes de Cristo), hacia aquella civilización tecnológicamente muy avanzada, a cargo de mujeres, "diosas", cuyos ecos nos llegan como la "Civilización del Cáliz" de Riane Eisler en su libro "El cáliz y la espada" (Eisler, 1990, 1a. Ed. 1987).
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